Aldana Lichtenberger, PhD. @aldanalichtenberger
Nos pasa a muchas: aparece alguien, se nos mueve el piso, y enseguida queremos saber si vale la pena. Pero a veces el corazón se acelera no porque sea amor del bueno, sino porque se activan viejas heridas, urgencias, fantasías o necesidades de ser vistas. Entonces, ¿cómo distinguir un vínculo que nutre de uno que solo ocupa espacio emocional?
Vamos por partes.
Primero, el amor no siempre viene con señales claras. No hay checklists mágicos. Pero sí hay patrones. Comportamientos. Sensaciones. Y sobre todo: hay una brújula interna que, cuando estamos presentes y no anestesiadas por la ilusión, nos puede guiar mejor de lo que creemos.
Red flags: lo que no deberías romantizar
No todo lo que duele es profundo. Y no todo lo intenso es amor. Algunas señales de que ese vínculo probablemente no sea un amor que te haga bien:
- Inconsistencia: aparece y desaparece. Hoy te habla con devoción, mañana no contesta ni un “hola”. Esta inestabilidad no es misterio: es desregulación.
- Ambigüedad emocional: no te deja en claro si quiere algo real o solo una conexión esporádica. Y vos te encontrás tratando de adivinar, de “leer entre líneas”, en vez de vivir en paz.
- Minimiza lo que sentís: cuando marcás algo que te duele, lo esquiva o lo ridiculiza. Te hace dudar de si estás exagerando.
- No hay reciprocidad: vos estás emocionalmente disponible, pero del otro lado no hay presencia ni entrega real.
- Te sentís más insegura que conectada: pasás más tiempo dudando de vos que sintiéndote bien con lo que se construye.
Esto no significa que la otra persona sea “mala”, pero sí que probablemente ese vínculo esté operando sobre tus heridas más que sobre tus valores. Desde ACT, decimos que la clave no es si “siente cosas”, sino si sus acciones se alinean con la relación que decís querer tener.
Green flags: cuando sí vale la pena
Y ahora lo contrario: esos gestos que a veces no son tan ruidosos, pero que hablan de presencia, madurez y posibilidad real de encuentro:
- Coherencia entre lo que dice y lo que hace. No te deja esperando. No te ilusiona con palabras que no sostiene con acciones.
- Escucha activa. No te interrumpe con “yo también” o con soluciones. Te deja hablar, se interesa genuinamente.
- Habla de lo que siente y lo que quiere. Incluso si no todo está claro, se nota el esfuerzo por ser honesto.
- Te sentís libre. No necesitás estar demostrando nada para que te quiera.
- Te impulsa a ser más vos. No te achica. No te hace sentir que sos “demasiado” ni “muy intensa”.
La gran bandera verde es cuando el vínculo no te desconecta de vos, sino que te potencia. No te perdés en él. Te expandís.
Lo que duele no siempre es amor
Hay amores que duelen porque estamos creciendo. Y hay vínculos que duelen porque estamos repitiendo. La diferencia, desde ACT, está en si ese dolor tiene dirección.
¿Estás yendo hacia una vida que te importa, aunque sea desafiante? ¿O estás tolerando lo que no querés, esperando que cambie mágicamente?
El amor que vale la pena puede incomodarte porque te muestra partes tuyas que aún no conocés. Pero no te apaga. No te deja esperando. No te vuelve invisible.
Claves desde ACT para orientarte
- ¿Te acerca a la persona que querés ser en una relación?
Pensá en tus valores. ¿Querés una relación honesta, libre, compartida? ¿Lo que está pasando hoy se alinea con eso? - ¿Te ves tratando de controlar lo que no podés?
Muchas veces quedamos atrapadas en loops: esperando una respuesta, revisando si leyó, preguntándonos qué hicimos mal. Eso es señal de que el foco está en controlar, no en conectar. - ¿Estás presente o enredada en la historia mental?
“Seguro está confundido”. “Capaz necesita tiempo”. “Yo también fui así”.
Excusas que inventamos para no mirar lo que duele. Estar presente implica ver lo que es, no lo que imaginamos. - ¿Estás eligiendo desde el miedo o desde el deseo?
A veces nos quedamos porque nos da miedo no encontrar a nadie más. Pero el amor real no nace del vacío. Nace del coraje de elegir lo que sí queremos construir.
¿Y si me cuesta soltar?
Es normal. Somos humanas. El apego no se apaga con un “date cuenta”. Pero podés empezar con esto:
- Nombrá lo que fue real. Lo que te movió. Lo que te enseñó. No lo niegues, pero tampoco lo uses como excusa para quedarte.
- Permitite el duelo. No todo amor que termina fue un error. Pero quedarse en algo que te enreda también duele. Doler no es lo mismo que valer.
- Rediseñá tu brújula. Preguntate: ¿cómo quiero amar la próxima vez? ¿Qué tipo de vínculo quiero construir, más allá de si es con esta persona o no?
En resumen
Un amor que vale la pena:
- Te da paz, no ansiedad.
- Te enciende, no te apaga.
- Te elige, no te confunde.
- Te expande, no te achica.
Y sobre todo: no te obliga a dejar de ser vos para sentirte querida.
El deseo, el cariño, incluso la conexión fuerte, pueden aparecer con personas que no están listas. Pero eso no significa que tengas que quedarte ahí. Podés amar y soltar. Podés desear y elegir distinto. Podés honrar lo que viviste sin permitir que eso defina lo que merecés.
El amor no es magia. Es dirección.
Y vos tenés derecho a elegir un camino donde el corazón no sea una trampa, sino una casa.