No quiero tener sexo con mi pareja (pero no quiero separarme)

Aldana Lichtenberger, PhD. @aldanalichtenberger

No quiero tener sexo con mi pareja (pero no quiero separarme)
Cuando el deseo no desaparece… solo cambia de forma

 

A veces querés a tu pareja, la elegís, compartís proyectos, crianza, afecto… pero el cuerpo no responde.
No tenés ganas de tener sexo. Y sentís que no podés contarlo sin que parezca un problema, un síntoma o una señal de que “algo está mal”.

Y no, no es q estás falladx. No es que se te apagó “la pasión para siempre”.
Tampoco significa que no amás a tu pareja.
Significa que tu deseo está diciendo algo.
Y nadie te enseñó a escucharlo sin miedo.

El deseo en pareja cambia. Y eso no es una falla: es una oportunidad para entender qué tipo de intimidad necesitás hoy.

En Flami, vemos esto TODO el tiempo: parejas que se quieren, que tienen historia, hijes, rutinas compartidas… pero ya no se tocan. Ya no se buscan. El deseo desapareció de la cama, pero no del corazón. Y eso duele.

La pregunta no es solo por qué ya no hay sexo.
La pregunta es: ¿qué contexto necesitás para que el deseo vuelva a tener lugar?

 

Parte 1: El deseo no es un botón (es un sistema de respuesta)

Parte 1: El deseo no se pierde, se transforma

Nadie nos cuenta esto al principio:
el deseo sexual que aparece en el enamoramiento es explosivo… pero no está diseñado para durar igual toda la vida.
Las hormonas del inicio (dopamina, adrenalina, noradrenalina) nos dan esa chispa, ese “rush” de novedad y urgencia.
Pero con el tiempo, ese sistema se calma. El cuerpo empieza a priorizar otras cosas: seguridad, apego, rutina, familia.

Y en esa transición, el deseo no desaparece.
Pero sí necesita otros estímulos, otras formas de activarse, otro lenguaje.

Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), no trabajamos con etiquetas del tipo “soy frígida” o “mi pareja ya no me calienta”. No.
Trabajamos con conductas, contextos y valores.

Y lo primero que aparece cuando alguien dice “no quiero tener sexo con mi pareja” es:

  • ¿Qué está pasando entre ustedes fuera de la cama?
  • ¿Qué te pasa a vos con vos misma/o?
  • ¿Qué emociones aparecen cuando pensás en intimidad?

Porque el deseo no se apaga “porque sí”.
Se regula, se retrae o se inhibe en función de lo que pasa adentro y alrededor.
Y en parejas de largo plazo, ese contexto suele incluir:

  • Cansancio crónico, crianza, exceso de tareas
  • Falta de novedad (misma cama, mismo tiempo, mismas posiciones)
  • Sentimientos no dichos (enojo, desconexión, frustración, resentimiento)
  • Identificación con un rol (mamá, proveedor, sostén, amiga) que deja afuera lo erótico
  • Mandatos y creencias sobre cómo “debería” ser el sexo

Parte 2: ACT y deseo: lo que evitás, te atrapa

Parte 2: Lo que antes era espontáneo, ahora puede ser intencional

Muchas veces el problema no es la falta de deseo, sino esperar que funcione igual que antes.

Antes alcanzaba con mirarse.
Ahora quizás necesitás:

  • salir de la rutina antes de pensar en coger
  • un masaje, una charla profunda o una escena imaginada
  • sentirte deseada/o, no solo querida/o

Y eso es totalmente normal.
Lo importante es entender que el deseo no vuelve a fuerza de culpa, sino de contexto.
Y que podés diseñar esos contextos, aunque no surjan “naturalmente”.

ACT propone algo potente:
el sufrimiento no es el problema. El problema es cómo evitamos sentir.

Entonces, cuando el sexo en pareja empieza a doler (emocionalmente), muchas personas lo evitan.
Y cuanto más evitamos, más se arma el loop:

  • Evito tocarte → me alejo → me desconecto → pierdo deseo → me siento culpable → evito más.

El deseo no vuelve a fuerza de voluntad.
Vuelve cuando te habilitás a sentir lo que hay, sin juicio.
A veces hay miedo. A veces tristeza. A veces ganas de llorar.
Y está bien.
El deseo necesita espacio emocional real, no performance perfecta.

Parte 3: ¿Entonces qué se puede hacer?

Primero: no te obligues a nada.
Segundo: no te resignes a nada.
Hay mucho por explorar entre la presión y la abstinencia.

Algunas cosas que funcionan (y vemos en Flami todos los días):

  • Volver a tocarse sin expectativas de sexo (focalización sensorial)
  • Hablar de lo que excita, lo que inhibe, lo que nunca se dijo
  • Explorar nuevas formas de conexión (visual, verbal, simbólica)
  • Cambiar los escenarios: otro momento del día, otro lugar, otro clima

A veces, solo eso ya reactiva la chispa.
Otras veces, es el inicio de un nuevo camino erótico más honesto, menos automático, más real.

 

A veces, lo más erótico que podés hacer por tu vínculo es recuperarte a vos misma.
Dejar de hacer lo que «deberías».
Y preguntarte con honestidad:

  • ¿Qué tipo de sexualidad deseo para mi vida?
  • ¿Cuándo fue la última vez que me sentí realmente deseante?
  • ¿Qué partes de mí dejé afuera de este vínculo?

Responderte eso puede doler. Pero también puede liberarte.
Y no, no siempre significa separarse.
A veces, significa rearmarse.

 

CIERRE

No hay un camino correcto ni fijo.
Hay muchas formas de amar, desear y elegir.
Lo importante es que no te quedes atrapada en una rutina sin deseo creyendo que eso es normal o inevitable.

Que puedas preguntarte qué deseo estás necesitando habitar hoy.

Porque el deseo no siempre grita. A veces, susurra.
Y cuando aprendés a escucharlo, te cambia la vida.

Flami